La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que tres de cada diez personas en el mundo han sufrido o sufrirán un ataque de pánico. En 2019, se registraron 301 millones de episodios, de los cuales 58 millones correspondieron a niños y adolescentes diagnosticados con algún trastorno de ansiedad.
En Argentina, especialistas señalan que la frecuencia de estos episodios ha aumentado en los últimos años y explican sus características, síntomas y factores de riesgo.
Un episodio breve pero intenso
El ataque de pánico se caracteriza por su imprevisibilidad: puede presentarse en cualquier momento y sin un desencadenante claro. Aunque su duración suele ser breve —alrededor de 10 minutos—, la sensación de angustia y el temor a que se repita pueden perdurar durante días.
Síntomas más frecuentes
Entre las manifestaciones físicas más comunes se encuentran dolor en el pecho, taquicardia, dificultad para respirar, sudoración, mareos, temblores, náuseas y sensación de ahogo. Muchos pacientes lo describen como una experiencia similar a la de un infarto, aunque no implica riesgo real de muerte.
Qué sucede en el organismo
Durante un ataque de pánico, el cuerpo activa una respuesta fisiológica de supervivencia, liberando cortisol, adrenalina y noradrenalina. Este proceso involucra estructuras del sistema nervioso como la amígdala y la hipófisis, y puede provocar confusión, despersonalización y dificultades temporales en la atención y la memoria.
Factores de riesgo
Aunque no existe una causa única, estudios sugieren la influencia de la herencia genética, el temperamento y el género. Las personas con alta sensibilidad, niveles elevados de autoexigencia o neuroticismo tienen más probabilidad de padecerlos. Además, las mujeres presentan casi el doble de riesgo que los hombres, en parte por cambios hormonales como los que ocurren en la menopausia.
Los especialistas recomiendan la consulta profesional para interrumpir el círculo de miedo y estrés que puede perpetuar estos episodios.