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Argentina avanza en la incorporación de robots colaborativos, aunque sigue por debajo del promedio mundial

Según un informe de IP Profesional, la Argentina cuenta actualmente con 25 “robots colaborativos” por cada 10.000 empleados manufactureros, una cifra muy por debajo del promedio global de 151 unidades, pero que marca un punto de partida para la transformación tecnológica del sector productivo nacional.

Estos dispositivos, conocidos como “cobots” (por la unión de las palabras colaboración y robot), representan una nueva generación dentro de los procesos de automatización industrial. A diferencia de los robots tradicionales, los cobots están diseñados para trabajar junto a los humanos en un mismo espacio físico, sin requerir vallas ni barreras de seguridad, gracias a sus capacidades cognitivas y adaptativas.

El objetivo no es reemplazar al trabajador, sino complementar su tarea: los cobots asumen labores repetitivas, monótonas o físicamente exigentes, mientras que los operarios pueden enfocarse en actividades que demandan mayor destreza, juicio o toma de decisiones.

Un mercado en expansión

De acuerdo con la consultora Mordor Intelligence, el mercado global de robots colaborativos alcanzará los U$S 1.900 millones en 2025 y crecerá hasta U$S 4.880 millones en 2030, impulsado por la búsqueda de mayor productividad y eficiencia en las industrias.

En Argentina, la adopción de esta tecnología comienza a ganar terreno, especialmente en sectores como la automotriz, electrónica, alimenticia y logística. En polos productivos como Tierra del Fuego, los cobots ya participan en procesos completos de fabricación electrónica, evidenciando su creciente relevancia en la cadena industrial.

Desafíos y ventajas competitivas

La incorporación de robots colaborativos enfrenta desafíos vinculados a los costos de inversión, la capacitación de la fuerza laboral y la necesidad de mejorar la interacción humano-robot mediante interfaces más intuitivas.

No obstante, los cobots resultan más atractivos que los robots industriales tradicionales: son más económicos, compactos y fáciles de reubicar, y no requieren modificaciones profundas en la infraestructura de las plantas. Mientras el robot industrial suele ser pesado y fijo, el colaborativo es ligero, flexible y seguro para compartir el entorno de trabajo con las personas.

Primeras experiencias en el país

En Argentina, la empresa ABB instaló el primer robot colaborativo en el Centro Logístico Avellaneda de Telefónica. Desde 2019 opera allí “YuMi”, un cobot especializado en la preparación de equipos terminales. Su diseño permite colaborar directamente con los operarios, potenciando la productividad y la precisión, al tiempo que estos se concentran en tareas de mayor valor agregado.

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